La mayoría de la carne hoy en día pasa un
intervalo medio entre 4 y 10 días desde que se sacrifica el animal
hasta que llega al mercado para ser comercializado. La refrigeración
tras el sacrificio crea un medio selectivo que permite el crecimiento
sólo de aquellos microorganismos capaces de desarrollarse a
temperaturas cercanas a la congelación. El envasado al vacío de la
carne con membrana impermeable al oxígeno constituye una segunda
limitación sobre el medio ambiente que rodea la carne y permite el
crecimiento de un menor número de microorganismos durante la
distribución hasta el consumidor. El curado, el ahumado el cocinado,
el escabechado y la fermentación son otros procedimientos que
influyen en la naturaleza de la micro flora alterante final de la
carne prolongando su fecha de caducidad. Las carnes tras el
sacrificio necesitan de un periodo de curado que hace que los sabores
se distribuyan gracias a reacciones enzimáticas y mejoren
propiedades organolépticas como puede ser la ternura de la carne. Los
métodos de curado pueden ser realizados en medios controlados de
carácter húmedo o por el contrario secos. En medio húmedo se
introducen en embalajes de plástico especiales sometidos al vacío,
permaneciendo en su interior durante seis semanas, este método hace
que aparezca un mal olor cuando se abre el envoltorio, el mal olor
desaparece en unos minutos de ventilación. Los métodos de curado en
seco hacen que se cuelguen las carnes en un ambiente controlado en
refrigeración y humedad durante un periodo de seis semanas, las
carnes curadas por este método pueden perder casi entre un 5% y un
20% de su peso, pudiendo además adquirir sabores no deseados.
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